Un viaje a Portugal de ida y vuelta
No hay prisa por llegar a ninguna parte. Me acurruco en el asiento del coche, abrocho el cinturón de seguridad, le doy al aire acondicionado y pongo música. Vamos a tardar dos días en este viaje a Portugal -una barbaridad, un lujo- y yo me muero de la ilusión.
Miro por la ventana.
¿Cuántos años hará que recorrí toda España y media Francia en el Seat 127 familiar? Muchos kilómetros más que para viajar a Portugal pero los hicimos de un tirón. Un trayecto en el que mi hermano y yo construímos el yin y el yang perfecto de mi infancia: éramos tan pequeños que cabíamos, tumbados y acurrucados los dos, en los asientos traseros. Él con la cabeza hacia la ventana izquierda, yo hacia la derecha. Porque dentro de todo lo bueno, siempre hay algo malo. Sin seguridad ninguna, por desconocimiento y porque el coche ni estaba preparado. Si no recuerdo mal, ni siquiera había cinturones en la parte de atrás. Había un movimiento muy habitual de mi padre cuando volvíamos de cualquier lugar al pueblo, el de desabrocharse el cinturón “Dentro de Alcalá no hace falta, sólo es obligatorio y necesario en la carretera”. Hay veces en que el tiempo pasa, para mejor.
Este Hyundai rojo será nuestra casa por unos días y tenemos planificado incluso dormir en él cuando estemos en mitad de la nada. Los asientos de este coche se pueden convertir en una pseudocama de matrimonio tan grande que cabe mi Don Quijote, que mide 1,86m. Pero a Rocinante hay que darle de comer de tanto en tanto así que paramos en el abrevadero una estación de servicio para echar gasolina al coche y alimentar nuestro buche.
Al salir de la BP y de regreso al camino, hablamos, reímos, disfrutamos del paisaje y compartimos silencio. Vuelvo a la ventana.
Viajar a Portugal en coche vrs. hacerlo a caballo. ¿Cuánto se tardaría en hacer el mismo recorrido hace tres siglos? ¿Cómo sería el paso por la frontera? Seguro que haría falta de un visado especial hasta para el caballo, suerte que nuestro Rocinante dispone de la visa bp con la que puede moverse sin restricciones por donde quiera. Suerte que nosotros somos europeos y podemos movernos libremente pero…
—Bea, ¿en qué piensas?
—¿Qué pasa cuando alguien no puede moverse de su país porque tiene un pasaporte muy restringido? ¿Existe alguien que no pueda moverse porque no le dejen ni salir ni entrar de su propio país?
Otras veces el tiempo (la historia) se va sucediendo, para peor.
Y así me pasé los cinco días que estuvimos en el coche, dialogando con Alberto pero también conmigo misma, en un soliloquio interior del que a veces, se sacan conclusiones, y otras tantas, no se llega a ninguna respuesta lógica.
El recorrido
Alcalá la Real: el punto de partida porque yo soy de allí, de este pueblo de Jaén. Tiene una piscina más pequeña que la de Orcera pero su ciudad medieval está considerada como una de las mejores conservadas de Andalucía.
Espejo: Este pueblo es pequeño y fotogénico. Fue en este lugar donde Robert Capa tomó una de las fotos más icónicas del siglo XX, “Muerte de un miliciano” de la que se duda su veracidad.
Córdoba: Aunque hoy es una ciudad de tamaño medio, llegó a contar con alrededor de un millón de habitantes hacia el siglo X, siendo la ciudad más grande, culta y opulenta de todo el mundo. Tiene tanta historia y tantos atractivos que ver que se merece varios posts, un libro, un documental, una película aparte. Bah, mejor te cuento algo actual que quizá no sepas: Córdoba es la mayor fábrica joyera de Europa. Si te gustan las joyas, este es tu destino al que puedes llegar, entre otros medios, con tu avión privado (tiene aeropuerto pequeño en el que no operan vuelos comerciales).
Fuente Obejuna: pueblo literario gracias a Lope de Vega. Entre otras lindezas de lo que allí ocurría antaño: el comendador tenía derecho de pernada, o sea, era el primero en mantener relaciones sexuales con una mujer cuando ésta se casaba. Y es que los temas del fornicio daban para mucho. Como el famoso cartelito «Fuck Under Consent of the King” (follar bajo el consentimiento del rey) que colgaban los ingleses cuando querían reproducirse… Lee las iniciales, sí, ¡FUCK!
Zafra: este pueblo me pareció especialmente bonito y con mucho ambiente, pero lo que más nos sorprendió estaba a escasos kilómetros de allí. De casualidad, nos topamos con una edificación que bien podría haber hecho Gaudí. Hecha de “trencadís”, esos retales de azulejos con los que el arquitecto catalán construyó verdaderas joyas de arte. Pudimos hablar unos minutos con el creador de aquella casa de cuyo apellido ni me acuerdo, quien misteriosamente relató “no conozco a ese tal Gaudí, ni tampoco estuve en Barcelona”.
Mérida: Tiene un patrimonio arqueológico romano muy importante del que aún queda mucho por excavar. Tanto, que incluso cuenta con un servicio gratuito de excavaciones arqueológicas para que los ciudadanos no tengan que asumir costes derivados del patrimonio cuando construyen o reforman un inmueble. No te pierdas su teatro y, si puedes, visítalo durante el Festival Internacional de Teatro Clásico.
[Entrada a Portugal por Badajoz, aunque el paisaje es el mismo, alcornoques y muchos troncos cortados para sacar corcho. Te darás cuenta de que es otro país por los locutores de la radio.]
Pavia: una población donde la densidad de población es de cinco personas por kilómetro cuadrado. Tiene un dolmen cristianizado, es decir, dentro de una construcción megalítica construida en el s. IV o III a.C. se hizo una capilla en el s. XVII d.C, dedicada a San Dionisio.
Estremoz: conocida internacionalmente por su mármol, con el que se construyó el templo romano de Évora allá por el siglo I a.C. Durante la Edad Media, parte de ese mármol se utilizó para construir el castillo de la misma ciudad, y el templo se remodeló para convertirlo en carnicería. Esta vez, lo sacro se convirtió en laico.
Lisboa: de las ciudades más viejas de Europa, es un destino interesante por muchísimas cosas pero del que voy a destacar su arte urbano. Aquí se toman tan en serio el street art que hasta se imparten cursos de graffiti a mayores de 65 años. Un lugar para perderse entre su arte, el LX Factory.
Cabo de Roca: el antiguo fin del mundo, o lo que es lo mismo, el extremo más occidental de Europa.
Sines: su litoral, precioso, es parte del parque natural de la costa Vicentina. Su economía, contaminada, se fundamenta en la industria petroquímica.
Lagos: no la de Nigeria, sino la del Algarve. Aunque precisamente fue la primera ciudad de Europa que tuvo un mercado de esclavos. Hoy lo que explota es el turismo.
Las autopistas de Portugal tienen peajes pero no hay cabinas en las que parar porque te hacen una foto desde un poste en las alturas y, en teoría, debes encontrar dónde pagar en algún momento del camino. Así nos dijeron, si entras a Portugal desde el Algarve, te encontrás la garita. Pero como nosotros entramos por Extremadura y salimos por el Algarve, no encontramos dónde. Antes de llegar a Huelva paramos en una estación de servicio para preguntar qué debíamos hacer y nos dieron la dirección de una web para pagar online. Metimos la matrícula y el sistema no la reconocía, así que nos olvidamos del tema y esperamos la multa, que nunca llegó. (Este viaje se realizó en 2015).