Este texto fue elegido por Paco Nadal como ganador para el #PremiosConB, de B The Travel Brand y celebrado en la gala del aniversario de la bcnTB, en la categoría de Escapadas.
La variedad de especias me tiene hipnotizada. Comino, cúrcuma, pimienta blanca, pimienta negra, también en grano, pimentón, clavo, tomillo, cebolla en polvo, ajonjolí… Estoy parada en un puesto de la medina de Fez y estoy oliendo colores. Se me antoja una harira. Necesito llevarme a casa los ingredientes exactos que repliquen esa sopa tan deliciosa que no he podido parar de comer impulsivamente durante estos días de invierno. Como no tengo ni idea de qué comprar exactamente le pregunto al tendero y, a ojo de buen cubero pero seguro que con mucho tino, va metiendo distintos polvos en una bolsa transparente. Es tan bonito el juego de tonalidades que van surgiendo dentro de la bolsa que me da miedo siquiera pensar en tocarla. No quisiera destruir esta pequeña obra de arte que tanto me recuerda a aquella botella llena de sales de baño que mi abuela quiso usar durante años como decoración.
GANADOR
MEJOR POST ESCAPADAS 2017
#PREMIOSCONB
—10 dirham, madame.
Me dice el hombre con una sonrisa en la boca mientras bate enérgicamente la bolsa entre sus manos. Le pago con mi cara de póker cuando, a mis espaldas, escucho una voz familiar que me está llamando por mi nombre. ¿A mí, aquí?
Es él, lo reconozco por su abrigo plateado entre la multitud y de la alegría que me da verlo me acerco y le doy un abrazo. Algo muy sutil, apenas si lo rocé y no duró ni un segundo pero me dio tiempo a sentir su titubeo y decenas de ojos clavadas en nuestras espaldas. Justo después del momento caí que esto de abrazar en mitad de la calle a un chico, en Marruecos, pues no es muy habitual…
Qué curioso, mi primer día en este país me agobié tanto que no era capaz ni de mirar a la gente a la cara. El segundo, conocí a Chakir en su frutería y estuvimos más de una hora hablando. El último, nos reencontramos y le doy un abrazo. Qué curioso, brindemos por sus hermosas fresas y atinadas frases.
—Chakir, ¿me puedes ayudar? Quiero comprar kohl para pintarme la línea de los ojos pero no encuentro dónde.
Me dice que para la cantidad que estoy buscando ni merece la pena, que él mismo me lo regala. Antes de que pueda replicarle, coge el teléfono y habla con alguien para que le traigan el pigmento. A mí me quedan dos horas para irme hacia el aeropuerto así que se lo quiero agradecer invitándolo a un té en un puestecito ambulante. No me deja pagar y me dice que esperemos al kohl tomando el té al sol, en el último piso del riad que hay justo en frente.
Mis piernas no responden a mi monólogo interior y se limitan a seguir sus pasos, que se adentran por unas escaleras muy estrechas y suben y suben y… “¿tenías que fiarte de él? Ahora es cuando intentará hacerte algo, tenía que ser el último día del viaje, con lo bien que iba todo. ¿Por qué lo sigues? ¿Por qué le crees? ¿Por qué…? Porque solo va a enseñarme la terraza y nos vamos a beber el té y todo va a salir bien y ni me va a tocar y solo quiere ser amable y yo también.”
Salimos a la terraza y nos da la bienvenida un sol cegador. En este edificio somos los únicos pero hay más gente en las terrazas de otros edificios colindantes. En la medina las calles son tan estrechas que si sus habitantes quieren ver el sol tienen que hacer vida en sus tejados. Agradecí hacerle caso a mi inconsciencia y no a mi subconsciente. Me relajé, fue fácil. Auque me equivoqué pensando en que no me iba a tocar; me ofreció su mano para subir a un tejado de uralita que sobresalía unos metros por encima de los otros tejados. Yo me dejé ayudar y, una vez arriba, nos quedamos callados unos segundos observando el panorama.
—Este lugar es impresionante, me gusta subir a menudo aquí. Disfrútalo, te dejo sola unos minutos así que cuando quieras bajar me avisas.
Me sorprendió mucho este gesto porque yo no le pedí que se fuera. Simplemente supo que hay momentos para compartir y otros para reflexionar en solitario.
Un rato más tarde, allí estábamos Chakir, un amigo suyo del riad y yo, sentados en unas sillas de plástico, con un té en la mano y observando Fez desde las alturas.
—¿Volverás a Marruecos?
—Sí, sin duda. Es un país sobre el que siento que los españoles tenemos muchos prejuicios pero que a mí me ha mostrado una cara amable, simpática e incluso cercana a mis raíces. Muchas gracias por tu hospitalidad.
—A mí también me ayudaron cuando yo estuve en España así que me siento bien si te he ayudado a ti en algo. ¿Sabes? Hay 3 monjas que son del barrio (en Fez también hay cristianos, sí) que cuando salen a la calle no hablan con nadie. Me gusta decirles cosas cuando las veo a las tres, tan pequeñas y bien juntitas andando con su uniforme por la calle. Les digo que deben hablar con la gente del barrio, que es bueno que lo hagan porque si necesitan cualquier día una ayuda, les será fácil encontrarla. Si hablasen con la gente, tendrían amigos fuera de su iglesia. Eso es lo que yo les digo pero no quieren hablar con nadie.
Ya me está entrando la nostalgia y todavía no me he ido…
—Beatriz, ¿tú crees en el amor?
Pum. Adiós ensoñación.
—Sí, claro que sí. El amor es lo que nos mueve. ¿Y tú?
—Yo he creído. Hubo un tiempo en el que yo compartía mi vida con alguien y hubo amor.
Me río de la situación y pienso en voz alta: «Esto es surrealista. Estoy en la terraza de un hostel en Marruecos, mirando al infinito y hablando de amor con un marroquí…» A mi amigo (hace un rato que nos confirmamos, somos oficialmente amigos) le entra la risa con mi reflexión.
—Me gusta preguntar esto mismo a cada persona nueva que conozco y me da la confianza para hacerlo. ¡Es muy curioso lo que cada uno responde! También le he preguntado a casados, a divorciados, a mis amigos, sean hombres, mujeres o gays…
—¿Tienes amigos gays? (Vale, esta pregunta es estúpida, yo misma conozco a muchos y no me sorprendo por ello).
—No te preocupes que entiendo tu pregunta y sí, son amigos de verdad. Incluso voy con ellos al hammam. Me da igual a quienes ellos deseen, no tengo ningún tipo de problema con este tema.
—¿Y qué sacas de conclusión con todas las respuestas que ya te han ido dando?
—Pues es cierto que hay un punto en común entre unos y otros pero a la vez es curioso que cada uno tiene algo diferente que añadir al respecto. Por favor, haz la prueba tú misma.
Y tú, ¿crees en el amor?