meninas de la escalada en la Foixarda

Meninas de la escalada

El de arriba a la izquierda es Eneko, un bilbaíno-araña. He llegado a este túnel de Barcelona guiada por Cristina y desde el primer momento me quedo embelesada mirando a los escaladores. Observo cómo el de Bilbao saca su equipo, se coloca el arnés y empieza a subir por esta pared arqueada a la velocidad de las lagartijas en una noche fresca de verano. En el suelo, un compañero le tiene asegurado para que, en caso de resbalarse, el contrapeso haga que Eneko no caiga sino que se balancee. Eso sí, a unos ocho metros del suelo.

El trayecto es de ida y vuelta. Este joven sube por las presas para amarrar las cuerdas a los mosquetones y así dejar la vía preparada para que otra gente pueda escalar con mayor seguridad. Cuando me acerco a charlar con él, ya en el suelo, me sorprende su tranquilidad. No le veo ningún indicio de cansancio a este hombre araña. Con más de catorce años de escalada en su cuerpo, Eneko viene dos veces a la semana a trepar por el puente de la Foixarda, a los pies de Montjuic. «Los fines de semana suelo ir fuera, a la montaña, pero me gusta venir entre semana aquí. Hay muy buen ambiente y además de hacer deporte pasamos buenos ratos con los colegas».

Otro día más que me enamoro de un rincón de Barcelona. Durante el largo rato que me quedé contemplando la escena me vienen recuerdos de la primera vez que entré en contacto con el mundo de la escalada. Todavía no me había terminado de crecer el pie cuando me regalaron unos pies de gato, las zapatillas técnicas para hacer escalada. Yo tenía unos doce años, y durante un tiempo salí con una asociación deportiva por la Sierra Sur a subir montaña arriba para luego dejarme caer haciendo rappel. Hace ya mucho de aquello, dudo que recuerde la técnica y no me veo capaz de poner ni un pie en la presa más cercana al suelo. Cristina me anima a subir pero con la excusa de querer saber más sobre la historia del lugar lo evito. Así que, hablando con unos y con otros, acabo conociendo a Sergio «Apa», que comenzó a poner las primeras presas junto a Manolo «el Heavy». Me cuenta que en este lugar se hace escalada desde hace 25 años. «Este era un puente con tráfico, pasaban coches, pero nosotros escalábamos igual. Veníamos con el taladro a poner las presas a deshoras, sorteando a la guardia urbana. Era peligroso (se cayó gente y llegamos a reventar algún coche) así que empezamos a pelearnos con el ayuntamiento para que nos cedieran el espacio como zona de escalada urbana. Hace unos años nos federamos, lo hicimos todo legal y conseguimos que el ayuntamiento cortara el tráfico». Y lo han conseguido, este es el mayor rocódromo urbano al aire libre de Europa. De aquí han salido algunos de los mejores escaladores nacionales como Silvia Vidal, Gerard Rull o Edu Marín.

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