Nunca pensé que viajar en bicicleta por Cataluña fuera tan sencillo. Hay decenas de rutas en bici bien preparadas y señalizadas, todo lo “malo” es subir las cuestas de alguna de ellas. Como teníamos ganas de probar algún día el cicloturismo, la pasada Semana Santa mi Don Quijote particular me dijo aquello de “Dulcinea, ¿a que no hay huevos de…?”
Si vas buscando información pura y dura sobre viajar en bicicleta y hacer cicloturismo, sáltate este tocho el relato y vete directamente al final. Que aunque esto sea mi casa virtual, es interné y aquí nadie viene a leer 🙁 Por si acaso…
—¿A que no hay huevos de viajar en bici por Cataluña?
Y nos fuimos a recorrer Cataluña así, de un día para otro.
I. La niña que le tenía miedo a la bici
Lo recuerdo bien: me regalaron una bicicleta cuando yo tendría unos 8 o 9 años. Un mal día le quitaron las ruedecillas de apoyo porque, decían los adultos, yo ya sabía mantener el equilibrio. Lo primero que hice fue empotrarme contra la verja del vecino y lo último, clavarme el cuadro en la entrepierna. Sí, a las chicas también nos duele, y mucho. Nunca más cogí una bici…
II. El bicing como el segundo método de transporte favorito
…hasta que llegué a Barcelona veinte años más tarde. Me daba un poco de vergüenza reconocer que pasé mi infancia sin dar paseos en bici. ¿Cómo no hacerme la tarjeta de este sistema municipal de transporte si es un método perfecto para la ciudad? Tenía una estación en la puerta de casa y el abono era poco más de 40€ al año… Hice como que sabía montarla y eso me funcionó, no más choques absurdos. Tras varios meses, bajaba la cuesta de Sardenya a gran velocidad camino a la Sagrada Familia, mi oficina de entonces. Lo máximo fue cuando una tarde me vi en la Barceloneta sorteando guiris como una experta. ¡Sentí que era la reina del trial!
III. Rocinante
No, no era la reina de nada. Una ilusa, eso es lo yo que era. Seguí entrenándome en el cicloturismo dando paseos con la bicicleta urbana hasta que me regalaron una bicicleta de montaña. Sí, un obsequio de mi Don Quijote; yo no me hubiera comprado ninguna burra de estas bajo ningún concepto. Pero ya que la tengo, un día hice una ruta hasta El Masnou (a 20 km) y sólo de ida. La vuelta en tren.
IV. “La recta a Cataluña”
—Vas a ser la que marque el ritmo. Saldremos desde casa en bici y pararemos cuando tú digas. Dormiremos en tienda de campaña allá donde el cansancio (o la noche) nos pille, comeremos en los restaurantes del camino y usaremos las duchas de las playas.
Si mi Don Quijote lo tenía tan claro, yo nada debía añadir. Un gran punto a su favor: tiene experiencia con La recta a España. Se rumorea que los andaluces somos exagerados pero… él dijo que la bicicleta se la subía desde Jaén a Barcelona a pedales, y sí, hizo 1000km montado en ella. ¡Un hombre de palabra!
—¿Cómo vas?
—Me duele el culo.
Qué romántica. Quizá fue la frase más repetida durante todo el viaje, a pesar de que yo llevaba unas mallas con protección. Pero tampoco fue tanto, los kilómetros se iban sucediendo, íbamos parando de tanto en tanto para hacer fotos o comer y yo iba feliz encima de mi rocinante, que no se quejó en todo el camino. Realmente un milagro que ninguno pincháramos a pesar de los casi 140km que hicimos.
¿El próximo reto? No sé cómo ni cuándo pero algún día haremos “La recta… a Europa”. La culpa esta vez será del Danubio, con 2850 km (¿de carril bici? :D) y pasa por 10 países.
Información práctica para hacer cicloturismo por Cataluña
– Esta ruta es fácil porque el mayor desnivel se hace cuesta abajo.
– Al igual que existen los bares de carretera, están los bares de bicis. Hay bastantes por todo el trayecto que ofrecen menú y amarres donde aparcar la bici.
– El acceso a fuentes es constante durante todo el trayecto, no obstante es importante llevar un bidón o «camelback» para estar bien hidratado en cada pedalada.
– Durante la ruta también encontrarás talleres en algunos pueblos para poder reparar tu bici en caso de necesitarlo.
– La tienda de campaña y la ropa la llevábamos en dos alforjas para bicicletas (que yo no cargaba. Es lo que tiene ser la Dulcinea de esta historia.)
– Se puede viajar con bicicletas en el tren (nosotros lo cogimos para llegar hasta Girona y para volver de Figueras). Normalmente tienen un vagón con espacio y agarres especiales, verás el símbolo de la bici por fuera, pero si entras a otro y no hay agarres, puedes llevarla igualmente en una posición que no moleste a los pasajeros que suban y bajen.
– Hemos dormido dos días en una tienda de campaña en mitad del campo que montábamos al anochecer y levantábamos al amanecer. La poníamos lejos de caminos transitados y resguardados de miradas curiosas. Técnicamente, esto no es hacer acampada libre (que en algunas comunidades autónomas está prohibida) sino pernoctar. Parece ser que en algunos sitios también está prohibido, aun teniendo el consentimiento del dueño del terreno. Para ir por lo legal, en esta página encontrarás más información acerca de la “acampada controlada” (zonas acotadas con servicios higiénicos, recogida de basuras, agua potable…) Imprescindible ser cívicos y dejarlo todo dejar todo tal y como se encontró.
– Durante la época de verano es mucho más práctico hacer cicloturismo con una esterilla y un saco de dormir para practicar vivac. Mucho más disimulado, legal y te ahorras un peso.