Nota: los experimentos siempre tienen preferencia en este espacio. Un relato de Lisboa, otro de Perpiñán y unas fotos de Valencia ceden su vez al «eye contact experiment» de Barcelona. Porque no todos los días se puede asistir a un experimento de contacto visual multitudinario.

«Cientos de jóvenes se reúnen en una plaza para mirarse a los ojos»

Este es el titular y hasta aquí la noticia, no hay más.

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Conocí este experimento el mismo día que miré por primera vez a los ojos a un desconocido. El lugar me quedaba cerca de casa así que marqué la fecha en el calendario con un recordatorio de “llevar cámara de fotos”. Llegué con quince minutos de antelación y apenas si había nadie. Me senté a esperar, este evento me parecía demasiado original para tan poca gente y no me equivoqué, en unos minutos la plaza del Sol se llenó de jóvenes que, diligentemente, se colocaron en círculo dándose la mano.

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Y así se rompe el hielo en un evento de este calibre.

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¡Todo el mundo al suelo! En la convocatoria del facebook se invitaba a traer cojínes y pañuelos para poder aguantar sentados el máximo tiempo posible.

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Costó arrancar. Todos los principios son difíciles pero con empeño cualquier cosa es posible.

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La gente empezó a entrar en sintonía y los que estábamos fuera lo notábamos. Decenas de pares de ojos se observaban entre sí, y a su vez eran observados por curiosos que contemplaban la escena gratamente sorprendidos.

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Yo desde fuera sentía el buen rollo, cosa que me permitió fotografiar planos más cerrados.

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Hubo alguna escena que me conmovió, y supongo que por esto decidí guardarme la cámara y unirme a la fiesta.

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La diferencia entre conocer y experimentar

Me tomé mi tiempo para elegir a la persona a que le dedicaría un minuto tan íntimo. A pesar de que la plaza estaba repleta de mentes abiertas y tolerantes casi por definición, no todos las miradas se me antojaban apetecibles. Hasta que la localicé a ella, una chica con rasgos orientales y cara amigable. Me senté frente a ella, un hola y a mirarnos a los ojos. Me acordé de la vez de Las Ramblas, el esfuerzo de mantener la mirada sin desviar los ojos apenas un instante me cegaba. No podía mirar el resto de su cara, de hecho no me acuerdo de los rasgos de esta chica, solo recuerdo el color de sus ojos y la forma de sus cejas. ¿Me estaría equivocando yo con la “técnica”?

El punto clave es la empatía

Terminé con ella y nos dimos las gracias. Quise continuar experimentando así que busqué a mi siguiente cómplice. Otra chica, esta vez mulata. Yo llevaba bastante tiempo observándola, probablemente había estado con otras 5 personas así que cuando yo llegué su nivel de concentración había disminuido radicalmente. Tenía una mirada bonita pero sus ojos estaban cansados, se despistaba demasiado con los movimientos de la gente que nos rodeaba. Creo que ambas aguantamos por cortesía hasta que me atreví a concluir nuestra sesión.

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Como en las dos últimas fotos, había muchas cabezas que estorbaban y demasiada gente para intimar. El evento es precioso y ojalá se repita, seguramente habrá gente que sí haya sentido conexiones especiales. Desde luego, bienvenidos sean todos los actos de amor. Pero la conclusión a la que llego es que todos los excesos son malos. No hace falta un minuto, hay miradas que duran segundos que son muy intensas y llegan muy adentro. En el otro extremo, si no sabes nada de la persona, si no hay ninguna historia detrás que te ate emocionalmente, el vínculo es muy difícil. Eso sí, enhorabuena a la organización que lo ha hecho posible.