Hace unos días asistí a una charla en la UAB cuyo invitado era Jon Sistiaga. Fueron unas horas donde toda mi atención se centró en este periodista todoterreno, como él mismo se define, para empaparme de su forma de hacer y entender el periodismo. Con mil y una anécdotas que contar, nos tenía a todo el auditorio centrado en sus relatos de guerra y conflictos, de pérdidas, de francotiradores, de niños y disparos. Bueno, a casi todos.
A mitad de la charla, él mismo se dio cuenta que había una persona plácidamente dormida que no pasaba precisamente desapercibida. Y se lo hizo notar. Resultó que esta chica era china y estaba recién llegada de su país, no pudo luchar contra el jet lag y por eso se quedó frita.
Seguramente has oído hablar de esa descompensación, si has viajado a algún país lejano habrás notado esa fatiga y confusión propia de este síntoma. Esto se produce porque el reloj interno que marca los ciclos de sueño y de vigilia se desequilibra. Pero, ¿no te pasa que de lunes a viernes te pegas unos buenos madrugones y luego no «aprovechas» los fines de semana porque se te van las dos mañanas durmiendo? Pues bien, no se trata de vagancia, está escrito en tus genes. Según Till Roenneberg, las personas nos podríamos diferenciar por ser alondras o búhos, o lo que es lo mismo, alcanzamos el nivel óptimo de actividad o bien en las primeras horas del día o bien en las últimas. Piénsalo, ¿cuál es tu mejor hora para comer, irte a dormir, o incluso tener sexo? Según Roenneberg la mayoría de las personas tenemos genes búhos, el problema radica en que vivimos en sociedades alondras en las que se nos obliga a levantarnos muy temprano y adelantar nuestros ritmos internos. Sufrimos un jet lag social.
En realidad es la intensidad lumínica la que regula estos ciclos, y nos pasamos un buen tiempo encerrados en jaulas oficinas en las que no vemos apenas la luz solar pero no dejamos de estar constantemente iluminados durante toda la jornada. Es como si viviéramos en un crepúsculo constante en el que nos cuesta distinguir el día de la noche.
Igualmente hay que tener en cuenta el uso horario donde te sitúes. Por ejemplo, España lo comparte con la República Checa, pero no amanece ni anochece a la misma hora. Es por esto que cada cultura crea su propio horario social, no es que en España todo lo hagamos más tarde, es que nos adecuamos al horario solar, y cada individuo a éste.
Seguramente sepas que el meridiano de Greenwich, ese que pasa por Londres, pasa también por la comunidad Valenciana. Pero, ¿por qué allí hay una hora menos que aquí? Simplemente, porque el 16 de marzo de 1940 Franco decidió cambiar el horario español al de Alemania. Parece que nadie se ha dado cuenta que la dictadura ya pasó, y nadie ha pensado en reestablecerlo…
¿Resultados? La hora en la que el sol está más alto en el cielo, es decir mediodía, no coincide con nuestras 12:00 sino más bien sobre las 14:00 (¿qué hora es ahora?)